Quienes somos?

Los 13 portales es un proyecto literario virtual orientado a la literatura fantástica para todas las edades. Se trata de una historia abierta aún no escrita, dividida en 13 partes. Cada participante deberá escribir una. La misma estará identificada con un título y un tema. El participante tendrá la responsabilidad de investigar sobre el tema de la parte que escoja y desarrollar el texto a su gusto, manteniendo un alto índice de originalidad y creatividad.


No pretendemos con esta modalidad limitar al participante, sino, al contrario, darle la oportunidad de ampliar su accionar literario hacia el tema propuesto y con ello expandir su imaginación. El final de cada parte excepto la última, debe ser abierto a múltiples posibilidades. Que realmente abra un portal. Si al evaluar el texto el jurado determina que el autor alcanzó los suficientes méritos para abrir un portal, este autor recibirá una llave. Se le notificará en un comentario en su texto y enviándole un mensaje a su correo. Y al dar click sobre la imagen de su texto o sobre la palabra clave, se abrirá el siguiente portal. Hasta que esto no suceda, se estarán publicando los textos enviados como partes del primer portal.


Procuramos para nuestros lectores, tanto como para nuestros autores, lo siguiente:


-Mantenernos actualizados en materia de literatura fantástica y otros temas.


-Mejorar cada vez más la calidad de los textos.


-Desarrollar la creatividad y superar los eventuales bloqueos creativos a través de la estimulación continua.


-Explorar nuevas formas de hacer literatura fantástica.


-Explotar las posibilidades de la imaginación, sin censura.


-Divertirnos!!


Aquí podrás encontrar, a parte de los textos de los trece portales, reseñas de libros, enlaces para descargas gratuitas, películas basadas en literatura para todas las edades, escritores fantasma para lograr tu sueño de escribir tu historia, traductores, redactores de artículos diversos, correctores y mucho más!!


Participa ya!!


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jueves, 8 de septiembre de 2011


Tal vez todo comenzó así...

Un rayo surcó el cielo, agrietando con ello la serenidad de la tarde. "Ésa es la señal! - se dijo Thorne, levantándose-..."Por fin, podré estirar las piernas...es increíble que haya aguantado 111 años en esta cosa, debí haber heredado la tozudez de ese tirano de Gedeon, quién, según las malas lenguas, es mi pa...No! mi padre no! Mi progenitor, simplemente eso. Mi padre fue y siempre será Solomon Darge. El terrible cíclope de tres cabezas a quien todos temen o repudian, pero a quien debo la vida...ay, ya basta! es que me pondré melodramático justo ahora, en el momento de mi tan esperada liberación?Bah!..."


Y dicho esto se estiró cual largo era, para desperezarse, haciendo estallar el tronco del árbol dentro del cual había estado recluído durante un siglo, una década y un año, como castigo por desobedecer al llamado del Consejo Polar, para el cumplimiento de sus obligaciones como heredero del trono.


La sociedad de la Estrella Polar, se regía mediante una organización tal, que rayaba en lo patológico. Un centelleo antes o después del momento exacto para hacer las cosas, era un error hacerlas y se consideraba Falta Gravísima. Esto no cuadraba para el carácter descuidado y caprichoso de Thorne que siempre había ido y vuelto a su antojo por el universo, llegando incluso a pasarse largas temporadas en La Tierra, lo cual era un insulto para su noble ascendencia.


Fue precisamente en la tierra donde le sorprendió el castigo Estelar. El joven y rebelde dios se encontraba descansando bajo el famoso y centenario árbol General Sherman , cuando la dulce pero temible voz de Kieran, su pretendido hermano mayor, se dejó escuchar, apartando las nubes que él había colocado tan cuidadosamente para que le protegiesen del sol.


-Thorne?- 
-ajá!- respondió con insolente desgana sin siquiera abrir los ojos.
-Thorne? Sé que me estás escuchando, jovencito, sube acá ahora mismo...tienes deberes que atender y yo también, no me hagas impacientar...
-si, si, ya sé, el Consejo Polar, bla-bla-bla-bla!! no me interesan sus aburridos deberes. Déjame dormir, Kieran. Toda mi vida, vagué a mi antojo, por todas las galaxias. Viví en los submundos sin que tú, ni nadie de mi supuesta familia se ocupara de mí. Así pasé mi niñez, SOLO! y a nadie le importó. Y ahora que al fin soy adulto, de repente recuerdas que eres mi hermano mayor y tomas la decisión de interferir en mi vida para esclavizarme en esa estrella tan apartada y poco interesante? Estás loco, tú y todos los de tu Consejo Polar, yo aquí estoy y aquí me quedo. No tengo nada que buscar allá arriba, toma tú ese trono y olvídate de mí. Yo estoy donde y cómo quiero estar, si supieras! Ves este árbol? Para mí es más que suficiente. Como dijo una vez el muy inteligente Perseo: tengo todo lo que quiero aquí mismo. Adiós, afeminado, me voy a dormir...ya me aburriste.


-Thorrrrnnne!! he escuchado eso, no es forma de hablarle a tu hermano mayor y...- Quién asi hablaba era la madre de los dos jóvenes dioses, la hermosa y fatal diosa Tahki. Una bellísima criatura femenina con grandes alas de mariposa y ojos furibundos, quien al darse cuenta de que abajo lo que sus correctivas palabras encontraron fueron los ronquidos de Thorne, decidió darle una amarga lección.


-No puedo creerlo! se ha dormido dejándome con la palabra en la boca!- dijo desconcertada mirando a su hijo mayor que se encontraba a su lado, con una expresión leal y comprensiva en su bello rostro. -No es nada nuevo, madre, es un maleducado, subversivo...casi insoportable.-
-Pues, ahora sí que me ha enojado de veras. Te prometo, Kieran, que tu hermano no volverá a ver la luz del sol, sin arrepentirse de su descaro-.


-Pero qué harás, madre?- dijo con dulzura y solicitud el joven, moviendo la cabeza para acomodar unos mechones de su largo cabello azul que le caian en la frente. -Espera y verás- . El leve ruido de las  coloridas alas de Tahki al saltar, fue lo que le indicó a su hijo que la cosa iba en serio. Se dio tiempo de mirarse una vez más, casi con adoración, en el enorme espejo líquido incrustado en las paredes de la estancia, antes de seguir a su madre hacia la tierra.


Gracias a sus enormes alas negrísimas que salían o se ocultaban en su espalda a conveniencia suya, llegó justo un segundo después de la rubia diosa. Ésta no perdió un instante en cumplir el objetivo de su descenso.  De sus hermosos ojos azules salían dos rayos de luz roja que durmieron el espíritu de Thorne. "Si despierta antes de que complete el conjuro, las consecuencias podrian ser fatales para todos", pensó.


Kieran obserbava todo a una distancia prudente, sin que la diosa se percatase de su presencia. 


-Nam edictum paruit supradictis, Tahki, Gidion filia ego te condemnabo Thorne filii Gidion meos et in carcerem triennium in hac arbore Polar, quodisti me et te languere fel. Facite vires boni et mali, donec dies tua liberatione, qua lignumceciderit super locum istum, ut solveret post meridiem placide. Ita enim erit, virtute me penes Polar regium!


Inmediatamente, lo que habia dicho se cumplió tal cual. en un remolino de viento y hojas, la gigantesca secuoya, absorbió el cuerpo de Thorne aún dormido.


Kieran, aunque estupefacto, no pudo evitar una pequeña sonrisa maligna, que por unos segundos, transformó su rostro de arcángel en el de un demonio lleno de avaricia, egoísmo y crueldad. Esa cara de él que casi nadie conocía. Ni siquiera su madre, quién sin sospechar que era vigilada, subió rauda a su lugar de honor en la corte polar.

Recostada en su lecho púrpura, fabricado con flores de loto, reflexionaba, no sin pesar, acerca de lo que acababa de hacer, cuando de repente un ruido la hizo sentarse con sorpresa. Del espejo de agua de la pared de enfrente vio surgir la apuesta figura de su hijo mayor.




-¿Kieran?-
-Madre-. Un escalofrío la recorrió por la mirada que descubría en los ojos del joven dios.
Su cabellera azul proyectaba una sombra sobre su rostro haciéndole parecer oscuro, peligroso incluso.
Ella continuaba mirándole interrogante, respirando con dificultad, pues no podía negar lo que veía en los ojos de su hijo. En aquel momento ella era para él sólo una joven diosa con un cuerpo divino y un semblante vulnerable y no se molestó en ocultar lo que sentía: la deseaba.